La muerte de Omar Carrasco provocó hace 20 años el fin del Servicio Militar Obligatorio. El cuerpo del soldado, asesinado por uno de sus superiores en el Regimiento de Artillería 161 de Zapala (Neuquén) apareció el 6 de abril de 1994.
Carrasco había ingresado al Servicio Militar el 3 de marzo de ese mismo año y tan solo tres días después fue asesinado y reportado como “desertor” por las autoridades del establecimiento militar.
El día de su supuesta deserción el joven soldado fue golpeado por el subteniente Ignacio Canevaro, con la colaboración de los conscriptos Cristian Suárez y Víctor Salazar, en uno de los clásicos “bailes” que se perpetraban como cruel tradición a los colimbas.
Luego se supo que los golpes le fracturaron las costillas y que eso le provocó la muerte al soldado. El cuerpo de Carrasco fue escondido y los encargados de la dependencia del Ejército en Zapala informaron a sus familiares que se había escapado, por lo cual pasó a ser considerado un “desertor”.
Tras el homicidio, y a pesar de que se realizaron movilizaciones populares, las autoridades militares encubrieron el hecho y negaron su responsabilidad. En ese escenario, también la Justicia Federal de la ciudad de Zapala aportó su cuota de burocracia: demoró las pesquisas y dejó el caso en manos militares, que optaron por culpar a los responsables de la compañía de Carrasco al momento de su desaparición.