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Arma las valijas para cocinar en la Antártida

Orlando Ojeda, cocinero del Ejército, y Mónica Ramírez, docente, se instalarán durante un año en la base Esperanza de la Antártida junto con sus hijos Giuliana (13) y Franco (16). Son una de las nueve familias que vivirán esa experiencia.

La preparación no fue fácil. Una vez preseleccionados para el viaje, los Ojeda tuvieron que sortear una serie de estudios médicos, exámenes físicos y psicológicos, fundamentales a la hora de ser admitidos para la experiencia.

Orlando tuvo su primera experiencia en la Antártida en el 2004, cuando fue convencido de viajar por un superior al que conoció en Bahía Blanca. Viajó por segunda vez en el 2012. A partir de ese momento se ilusionaba con volver acompañado de toda su familia. Cuenta que sus hijos se criaron escuchando historias del lugar y sabiendo que su papá estuvo ahí.

Orli, como lo llaman, junto a otro cocinero, tendrá la tarea de cocinar a diario para las 56 personas que residen en la base Esperanza. De lunes a viernes les preparará el almuerzo y la cena, que cada familia debe retirar del Casino Comedor para llevar a sus viviendas.

Los sábados por la noche y como parte de una tradición antártica de las bases argentinas, las familias se reúnen en el comedor del Casino para disfrutar de pizzas caseras y festejar los cumpleaños del mes.
Mónica es docente y tuvo que prepararse durante un año para esta nueva vida: clases de historia, geografía y preservación del medioambiente son algunas de las tareas que realizó en los cursos que tomó en los últimos 12 meses. También ya sabe cuál será su ocupación: fue nombrada tutora de los alumnos de nivel secundario, que estudian desde allá por medio de aulas virtuales conectados con un colegio de Buenos Aires.

"Era un objetivo familiar", dice Mónica sobre el viaje. Las últimas semanas han transcurrido entre los nervios y la ansiedad que genera el viaje, y las despedidas de los familiares y amigos.
El martes 16 partirán hacia el Palomar, provincia de Buenos Aires, de ahí a Río Gallegos en Santa Cruz y la próxima parada será en la Antártida donde llegarán a la base Esperanza en buque o en un avión Twin dependiendo del tiempo.

La base cuenta con servicio de Internet, de telefonía fija y celular, y les permitirá comunicarse en tiempo real, por ejemplo a través de video conferencias.

Volverán a Zapala el próximo enero, después de haber pasado días en los que la luz solar dura apenas horas, meses en los que siempre será de noche, con vientos de más de 200 kilómetros por hora y temperaturas mínimas que llegaran 32 grados bajo cero. Y muchas anécdotas para contar.

Fuente: Río Negro.

Autor: Sergio Garro

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