Después de siete años volvió el clásico a Zapala. En ésta oportunidad fue válido por la 4ta fecha de la Copa Neuquén organizada por Lifune, donde Don Bosco recibió a Unión en un partido que entregaba más que tres puntos.
Desde muy temprano las tribunas empezaron a llenarse de color y pasión, la cual era emanada por los hinchas de uno y otro lado. En familia o en solitario se acercaban al estadio, pero todos tenían algo en común: disfrutar de una verdadera fiesta.
Más de 3500 personas vibraron al ritmo de un partidazo que entregó emociones hasta el final y que decantó el triunfo para Don Bosco, que de ésta forma agiganta la racha positiva, ya que no pierde un clásico desde 1996.
"Los clásicos no se juegan, se ganan" era la frase que rondaba los pasillos en la previa. Y fue infalible. El partido no se jugó bien, la pelota se dividió más de lo deseado y la cancha no acompañó las intenciones ofensivas de ninguno de los dos planteles. Sin embargo, eso no impidió que las oportunidades de gol llegaran. La más clara del primer tiempo para Unión estuvo en los pies de Darío Vázquez, que no pudo convertir después de un tiro libre muy bien ejecutado.
En cuanto a Don Bosco, las chances más concretas las tuvo Ramón Toledo, que no estuvo fino de cara al gol pero en el complemento iba a redimirse con la jugada clave del encuentro.
La primera parte era meritoria del cero a cero. Sin embargo, la visita no se conformó y después de un tiro de esquina desde la derecha, la pelota le quedó a Eric Jara (de muy buen partido) que conectó con suavidad para imposibilitar la salvada de el arquero Moreno.
En la segunda parte, Don Bosco se repuso del baldazo de agua fría que significó el gol justo antes del descanso. Nuevamente sin jugar de la mejor forma, el "Barrio" encontró el empate a los 25 minutos luego de una pelota parada que quedó boyando en el borde del área y que capitalizó el capitán Fernando Pettineroli.
Todavía quedaba mucho por jugar, pero la tónica del match no se modificó: pelotas divididas, nadie daba una por perdida y muy poco juego asociado por el mal estado del terreno de juego. Los cuerpos técnicos efectuaron todas las variantes disponibles y por tal motivo, el árbitro Hugo Escobar de aceptable rendimiento adicionó cuatro minutos más.
A falta de 30 segundos para el pitazo final, la defensa de Unión quedó mal parada, Ramón Toledo intentó picar la pelota por encima de la humanidad de el arquero Cabas, y el rebote le quedó en los pies a Heber Martinez, para que la empuje solo de cara al arco vacío.
El grito de gol se escuchó a varias cuadras a la redonda. La felicidad y algarabía fue del local. Zapala se tiñó de azul y blanco, pero se volverán a ver las caras nuevamente el próximo 18 de noviembre en cancha del "Canario".
La fiesta fue completa. El público se comportó de gran forma en líneas generales y la ciudad volvió a latir al ritmo del superclásico local.
Foto: Cesar Soria.