Por Mario Flores Monje
Familiar de caídos en Malvinas
Neuquén
Zapala honra Malvinas
La representación de la guerra a través de monumentos es una tarea intrínsecamente compleja y cargada de controversia, como lo demuestran diversos ejemplos relacionados con la Guerra de Malvinas a lo largo y ancho de nuestro país. Cada monumento refleja el estado de la memoria colectiva sobre el tema en un momento dado e intenta capturar y comunicar el dolor, la valentía y la pérdida de manera que resuene con el público y honre adecuadamente a los caídos. Sin embargo, las interpretaciones de estos símbolos pueden variar drásticamente, generando debates y divisiones.
El cenotafio porteño en el barrio de Retiro es un caso emblemático. Emplazado frente a la Torre de los Ingleses, un regalo de Gran Bretaña en el centenario de la independencia, su ubicación fue en sí misma una fuente de tensión. Además, la disposición de los nombres de los caídos también suscitó controversia, con discusiones sobre si debían ordenarse alfabéticamente, por fuerza o por fecha de fallecimiento. Finalmente, se decidió mediante sorteo, una solución que refleja la dificultad de alcanzar un consenso en cuestiones tan sensibles.
Otro ejemplo es el monumento en Quequén, Buenos Aires, que presenta a una figura de la patria sosteniendo a un soldado muerto, evocando la famosa escultura "La Piedad" de Miguel Ángel en donde María sostiene el cadáver de su Hijo recién bajado de la cruz. Aunque es uno de los monumentos más grandes y visualmente impactantes del país, su interpretación no está exenta de polémica, pues cada detalle puede ser visto bajo distintas luces y suscitar diferentes emociones y críticas.
En Puerto Madryn, la evocación a la obra de Miguel Angel fue modificada, sustituyendo a la figura de la patria por la de otro soldado que sostiene a un compañero herido o muerto, cambiando así el simbolismo y la narrativa que se quiere transmitir. Este cambio muestra cómo las representaciones de la guerra evolucionan con el paso del tiempo, reflejando nuevas sensibilidades y perspectivas.
El flamante monumento a inaugurarse en Zapala también enfrenta las dificultades inherentes a estas representaciones. La obra del escultor Aldo Beroiza, que muestra a un soldado arrodillado con una rodilla en tierra y sosteniendo una bandera argentina, fue criticada por Nicolás Kasanzew, Director de la Gesta de Malvinas del Senado de la Nación y VGM, por la ausencia de un fusil y la postura del soldado, que según Kasanzew sugiere una actitud de rendición.
Estos ejemplos reflejan las profundas dificultades de representar la guerra a través de monumentos. Cada obra es un intento de capturar y honrar la memoria colectiva, pero también se enfrenta a las variadas percepciones y emociones de aquellos que la observan. Las discusiones sobre estos monumentos evidencian que la guerra, en su complejidad y tragedia, desafía cualquier intento de simplificación o unificación simbólica, haciendo que cada monumento sea, en última instancia, un reflejo de las múltiples verdades y heridas de los VGM y de la sociedad.
En última instancia, cada monumento relacionado con Malvinas se convierte en un crisol de memorias, interpretaciones y emociones, siendo testigos mudos de la complejidad de un conflicto que sigue sin resolver. Como hijo de un caído en esa contienda, encuentro en estos monumentos no solo un tributo a su valor, sino también un recordatorio de que la verdadera lucha por la soberanía y la paz se libra en la construcción de un futuro donde el diálogo y el entendimiento reemplacen a las armas. Es así como la escultura del soldado emplazada en Zapala, más que arrastrar la bandera, nos la entrega para que continuemos con su gesta. Que cada monumento sea, entonces, un faro que nos guíe hacia un mañana donde el sacrificio de aquellos que nunca regresaron sea la semilla de la soberanía austral.