Desde muy chico sintió la vocación de servicio y su único propósito era ser piloto de la Fuerza Aérea Argentina. Con el tiempo ese objetivo fue creciendo hasta finalmente convertirse en navegador militar. “Soy navegador de aviones Hércules y hace ya 18 años que estoy volando por todo el mundo y volver a Zapala es hermoso y todo un orgullo”, dijo Pablo en diálogo con LM Neuquén.

“Formo parte de la tripulación del Hércules, mi tarea es planificar toda la ruta, la meteorología y toda la navegación. Es una tripulación bastante grande la que conlleva el Hércules, están los pilotos, los mecánicos y los operadores del sistema de entrega aérea. Es un grupo humano muy importante y con un ensamblado espíritu de equipo llevamos adelante las diferentes tareas que nos encomienda la fuerza aérea”, indicó.

Consultado por el reencuentro con sus afectos en su tierra natal, manifestó que “es siempre un orgullo volver a casa y más con estos recibimientos siempre tan cálidos a los que estamos acostumbrados los zapalinos pese a la época de pandemia que estamos viviendo y al frío y al viento que siempre es recurrente acá en Zapala. Estoy con mucha alegría, felicidad y agradecimiento con mi familia, amigos y autoridades municipales por tanto afecto brindado”.

Respecto a la carrera de piloto que hoy desarrolla de manera profesional dijo que “es una actividad muy linda, se la recomiendo a todos aquellos que tengan el sueño de volar y estar en la actividad aeronáutica. Y digo esto de corazón y abiertamente: para todo aquel que esté interesado, no dude en llamarme, averiguar cómo es el proceso y lo vamos a estar acompañando”.

Como parte de sus experiencias vivenciadas en alguno de sus vuelos, relató que en su primer viaje a la base militar de la Antártida se encontró con el símbolo de identidad de la ciudad. “Zapala está en todas partes de la Argentina, tanto es así que en la Antártida hay un escudo de la ciudad en una de sus paredes”, contó Pablo. Agregó que “mucha gente de esta ciudad, sobre todo del Ejército Argentino ha estado en campaña en aquel lugar y allá por la década del 90 han dejado su granito de arena con el escudo. Está en uno de los pasillos de la base”.

Uno de los momentos más emotivos del arribo de Pablo a Zapala se dio cuando el avión completó el aterrizaje y descendió al encuentro de su hermana Alejandra, que lo esperaba con mucha ansiedad en la pista y se pudieron fundir en un abrazo interminable y conmovedor.