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Opinión

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Un acto inocente II

Compartiremos periódicamente escritos de la licenciada Ana María Passano, de la Asociación Civil "Crear Saber". He aquí la primera entrega.
Sergio Garro
Por Sergio Garro

Hace unos meses estaba visitando a una amiga, mientras tomábamos un té, sonó el teléfono. La pequeña de la casa se aprontaba a responder al llamado y con franca naturalidad la mamá le advierte: “Decí que no estoy”. Hasta acá nada llamativo, una escena corriente. Era claro, la mamá prefería continuar con nuestra charla, en lugar de interrumpirla a la sazón del llamado telefónico.

Ahora bien de inmediato vino a mi cabeza una conversación que un par de meses atrás había tenido con la mamá de la nena. La nena ya no tan pequeña, diez años aproximadamente, había incurrido en una serie de mentiras, en diferentes sucesos vinculados a la escuela, a lo doméstico, etc. Sus padres estaban sumamente preocupados intentando diferentes interpretaciones al respecto: celos de su hermano menor, disgustos con la nueva maestra .En fin… nada que nos sorprenda. Con muy buena intención los papás trataban de comprender los episodios.

Episodios que a ellos preocupaban y ocupaban, con la intención de ayudar a la muchachita.
Avanzado el diálogo, me tomé el atrevimiento de refrescarle a mi amiga aquellos hechos, a los que vinculé por cuanta propia con la anécdota reciente del llamado telefónico. Con sorpresa, tal vez cierta incomodidad, ella también enlazó los relatos. Ahora bien, lógicamente para ella, esto no tenía el rango de una mentira, era en todo caso: “un modo de salir del paso”, una solución fácil. Por eso raramente estos papás podrían haberse atribuido alguna competencia en lo ocurrido, con la hija.

Si observamos lo actuado con una mirada de niño, advertiremos que esa diferencia sutil, que a veces establecemos los adultos, no está al alcance de los más chicos. Por lo tanto no se trata de “imitación” estrictamente sino de la facultad que tiene un niño de interrogarnos por nuestras prácticas. Si manifiestamente estuviera en condiciones de decir: “Pero…no es verdad si estás en casa…”No pondría sin saberlo en acción mecanismos que parecen una simple imitación. En ocasiones nos sorprenden con ciertas opiniones, ocurrencias que hasta tomamos con ternura, con humor, pero muy pocas veces con la trascendencia de una pregunta por nuestros actos.

Pensemos otro contexto, también frecuente:” No le digas a papá….”ó “No le cuentes a mamá….”. Estos dichos en boca de nosotros los grandes, tiene otras implicancias adicionales para los niños: Encontrarse en situación de esconder, sin siquiera pudiendo atribuirsele sentido, ser compinche en ello ante quien no es posible negarse por tratarse de alguien tan significativo.

Creándose por añadidura una incongruencia, el otro progenitor goza de los mismos atributos para el pequeño: ser la persona más importante y más querida. Al mismo tiempo que sea quien sea tanto madre como padre, si yo niño puedo hacerle creer lo que no es” estoy en una relación donde la asimetría se invierte. Qué simboliza esto: Puedo poseer más poder sobre un adulto siendo niño. Circunstancias que confunden, que trazan un orden extraño, en tanto ajeno a la infancia.

Ellos están tratando de entender la realidad , apropiarse de ella, con herramientas desiguales a las nuestras, por todo esto frente a las dificultades que nos presentan nuestros hijos, revisar nuestros hábitos puede orientarnos sencillamente para acompañarlos en la tarea de “hacerse grandes".

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